
LA SOLUCIÓN PROPUESTA POR EL RÉGIMEN PARA EL SISTEMA EDUCATIVO, UNA MILITAR.
El ingenio del caudillo no deja de asombrarnos, presentándonos ahora a una militar en el cargo de ministra de educación.
Simplemente porque sí.
Sin embargo, al revisar su prontuario no se aprecia ninguna formación en el área pedagógica, todo lo contrario, su elección responde a su formación como además a su disposición de concretar misiones.
Y la misión que se le ha encomendado ejecutar en educación es preparar al sistema para la reingeniería que implica encajarlo en el proyecto que adelanta el régimen.
Detengámonos un instante.
Los parámetros que en general adelanta cualquier proyecto educativo ahora vigente, tienen un solo propósito, producir una clase trabajadora sumisa y obediente para el capital.
Esto lo debe haber intuido cualquiera que con honradez se cuestione sobre la formación con qué básica lo preparó para la vida, ante la que se presenta sin las herramientas que lo cualifiquen realmente, lo que el elemental proceso de ingreso a la academia demuestra [apenas un promedio que ronda el 4% del total de candidatos que buscan un lugar en la academia superan la prueba de aptitud que está hace cada año, fuente: rectoría UES], mientras en cambio sí lo califica para asumir el elemental papel que se le asigna en la maquinaria productiva capitalista, que abraza además en un elevado porcentaje alienado por la formación recibida, rechazando participar y organizarse en el ánimo de transformar esa realidad excluyente.
Porque de eso se trata.
En cambio, un modelo educativo que cumple su función idealmente supone desarrollar en el educando una aptitud y actitud hacia la vida que implique abrazarla desde el elemental entendimiento de que es parte de un todo, donde el individualismo es un elemento particular que se le subroga, mientras aboga por reproducir los valores, conocimientos y habilidades que la colectividad desarrolló para llegar hasta acá, recordando con particular énfasis los costes que supuso a lo largo de las eras la construcción de nuestra humanidad, y entendiendo que solo dentro de ella el futuro es viable, para lo que el concurso de los saberes pasados conservados por las generaciones mayores es fundamental, lo que debe orillarlo a reconocer y valorar en estas el papel de mentor, como además asumir su rol de guía para las generaciones jóvenes, como su lugar participando en la construcción de la siguiente fase del futuro.
No se reduce como se cree a solo saber las vocales, a sumar o restar, sino a transformar a las nuevas generaciones en el relevo potable que comprende su lugar ante la historia.
Un proceso para nada fácil, que descalifica por principio a cualquiera que incluso con la voluntad, carezca de las habilidades y dominios para emprenderlo.
Sin duda esta persona tiene alguna cualificación derivada de su formación, pero para el cargo que se le ha asignado, no lo tiene, pues llega con la tarea de garantizar que se seguirá reproduciendo la misma mediocre sumisión que se generó hasta hoy.
Asegurándose introduciendo la privatización.