
Reflexiones a casi dos años del genocidio en Palestina.
Por: Dennis Landa Hanzeth. *
El 7 de octubre de 2023 comenzó uno de los eventos más violentos registrados en la era digital, a casi dos años de lo sucedido, somos espectadores de la muerte lenta de los palestinos. Es bien sabido que la cuestión palestina no tiene origen el 7 de octubre. Hace 77 años tuvo lugar el Nakba -catástrofe palestina-, la creación de un Estado, apoyado por occidente, que ha desplazado a casi toda la población palestina a los alrededores, despojándola de la manera más hostil de sus hogares. El estado ilegítimo de Israel, a través de estrategias biopolíticas [Focault], ha sometido al pueblo palestino a un régimen de opresión militar que ha sabido manejar ante los ojos del mundo bajo un discurso de legitimidad a través de un supuesto derecho divino de ocupar un territorio que no le pertenece. Más allá de una estrategia biopolítica, como se ha sugerido, acuñando el concepto de Focault en esta cuestión, donde los cuerpos, los individuos y las poblaciones son controlados por el ente sionista al limitar los recursos, las formas de vida y la imagen y discurso ante el mundo, objetivando a la población palestina como el enemigo que debe ser desplazado y aniquilado; toma más sentido un régimen de necropolítica [Achille Mbembe], ya que el sujeto palestino es destituido de su “humanidad”, una población que según el sionismo nunca ha existido y por ende no le pertenece su tierra; ya hace un tiempo Netanyahu mencionaba que los palestinos eran “animales humanos” y el discurso de los sionistas se basa en decir que no hay inocentes en Gaza, por lo tanto se emplea una justificación que es manejada ante las masas donde unas vidas valen más que otras abrazando un profundo racismo que ha desatado todo un proceso de colonización moderno.
Al comienzo, parecía que los bombardeos tenían un objetivo específico que era el de “atrapar” a Hamas, luego las provocaciones fueron más evidentes hacia la destrucción de casas o mezquitas, el despojo de los lugares sagrados ayudó a reforzar la idea de que había sólo una entidad religiosa que era válida, el discurso del sionismo no sólo se ha basado en una política de despojo territorial sino que ha estado acompañado de una identidad religiosa que ha sabido jugar sus cartas para confundir a quien no comprenda del todo la ocupación israelí, llamando antisemita a todo aquel que cuestione las decisiones del Estado de Israel, mezclando intereses geopolíticos con cuestiones religiosas, siendo que en esencia una cosa no tiene que ver con la otra, más bien ha sido una estrategia que de alguna forma les ha beneficiado discursivamente.
Parece ser que el componente religioso ha ayudado mediáticamente a reforzar la idea árabe-terrorista-musulmana, un recurso muy explotado por Hollywood, entonces la construcción identitaria que poco o nada tiene que ver con la cultura Palestina ha contribuido a la polarización -desde mi punto de vista- por lo menos en los espacios digitales donde pareciera que a cierta parte de la población le alivia que estos eventos violentos tengan lugar, ya que al eliminar a los sujetos racializados a través de una limpieza étnica, estamos más cerca de la gracia divina occidental.
Ahora bien, podríamos llamar a esta una bionecropolítica que somete a los cuerpos palestinos al control pero va unos pasos más adelante, ya que es el ente sionista el que decide cómo, cuándo y dónde deben morir los palestinos; circulan por redes sociales videograbaciones de cómo por una parte son negados los servicios básicos como electricidad o agua, cómo se negó el acceso a la educación al bombardear escuelas no sólo como instituciones educativas sino como refugios temporales, el acceso a servicios médicos, y cómo se han intensificado las estrategias para negar el alimento. Con ello hemos sido testigo de la muerte de gente que con la esperanza de encontrar refugio o alimento han sido privadas de la vida y la muerte de las infancias es cada vez más inminente. Desde hace meses aparecen reportes donde no sólo hay una problemática de acceso a recursos sanitarios y médicos para paliar los efectos de las armas sobre los cuerpos palestinos, sino que no hay medios para atender a mujeres embarazadas, parturientas o neonatos, así como niños que atraviesan por etapas críticas de desarrollo. Los daños hasta este punto parecen irreversibles, pues la desnutrición ya es una balanza que se inclina hacia la muerte; las mujeres que deben lactar ya no tienen los recursos energéticos y nutricionales para proporcionar del alimento vital a sus hijos y por ende el destino de los niños pende de un hilo si la situación no mejora, a lo único que tienen acceso si se corre con suerte es a un saco de harina que en el mejor de los casos esté en medianas condiciones para poder ingerirla.
Según datos de la ONU alrededor de 1054 palestinos han muerto a manos del ejército israelí al tratar de conseguir comida en los últimos dos meses; la cuestión no sólo es la tarea de buscar alimento, sino que el acceso a él es prácticamente imposible, comprar alguna verdura puede costar hasta 9 dólares y un kilo de harina puede llegar a los 60 dólares, la ayuda humanitaria ha estado llegando, pero la entrada es negada.
La historia occidental se ha encargado de impregnar en nuestras memorias y aludir a disertaciones que toquen las fibras más sensibles de nuestro ser al hablar sobre el Holocausto, nadie contradice que ha sido uno de los hechos más trágicos, pero al mismo tiempo niega los genocidios silenciosos y en este caso los mediáticos, los siglos de dominación colonial y las experiencias más violentas que en conjunto suman más víctimas. Parece ser entonces que sólo el Norte Global es merecedor de misericordia, de visibilidad, a quienes sigue tocando la mano divina para perpetuar su incuestionable existencia. Cuando corre sangre blanca-azul-humana, el mundo se paraliza mientras que cuando lo hace la sangre Otra-roja lo más fácil es mirar hacia otro lado, ahí donde la virgen habla.
*Escuela Nacional de Antropología e Historia – México.
Referencias:
Gaza se muere de hambre: Llamados de auxilio en medio del bloqueo | Noticias ONU
Sandoval, L. Y. (2024). La biopolítica de la ocupación israelí de Palestina. Bajo palabra. Revista de filosofía, (36), 79-98.
Lima, F. (2018). Bio-necropolítica: diálogos entre Michel Foucault y Achille Mbembe. Arquivos Brasileiros de Psicologia, 70(spe), 20-33.
Palestina, el Congo, Sudán y Haití: «ningún humano involucrado» – Volcánicas