
Repensemos la política.
Por: Pacífico Chávez.
Todos absolutamente todos, desde el que vive en el cantón más lejano hasta el que vive en el centro histórico, se ve afectado por la política, sea una ley u ordenanza para un sector en específico que parece no tener nada que ver con mi realidad personal pero todos estamos interconectados, por ejemplo la Ley Bitcoin, según encuestas el 91.9% de la población no utilizó en el 2024 dicha criptomoneda como moneda de curso legal pero la cantidad de dinero invertido por parte del gobierno para impulsar esta política, una apuesta de más de 3 años, fue una cantidad considerable de dinero que pudo ser utilizado para una necesidad realmente urgente como: medicamentos, escuelas, agricultura, etc. Pero la política se implementó sin discusión y terminó sin dar resultados.
Debe entenderse que toda política afecta de una o de otra manera a todos, eso debe ser suficiente motivo para que interese el quehacer de los políticos, la tan conocida frase “a mí los políticos no me dan de comer, si trabajo como sino no” tiene mucho de falso y de dañino, porque una decisión política puede generar: desempleo, baja inversión extranjera, huida de capitales, desaceleración del sectores económicos, inflación, desabastecimiento de fármacos, un pensum escolar deficiente, falta de agua potable, calles en mal estado, abandono de la agricultura, migración, etcétera y más etcéteras.
Las decisiones políticas están definidas en la Constitución quienes las toman y de qué manera, este pacto o contrato social es vital porque determina el actuar de quienes forman el estado, cómo se gobierna, su alcance y que todo funcione de manera controlada, coordinada y define los límites del poder cedido a los ciudadanos que cumplen funciones públicas, así también determina a cada ciudadano como participar apoyando o rechazando las políticas públicas.
La política, la buena, se ocupa realmente de atender las necesidades, problemas que aquejan a la sociedad, la principal idea es disminuir o erradicar lo que obstaculiza a cada persona su desarrollo en plenitud, su existir en dignidad, prestando mayor atención a grupos de personas en cierta desventaja: niños, ancianos, ciegos, sordos, en silla de ruedas, analfabetos, etc.
La visión que se tiene de la persona como concepto, determina las ideas con las que se enfrentan los problemas sociales que se dan por el solo hecho de “vivir en grupo” y que requiere de normas de convivencia. El ser humano es un ser social y político, dotado de inteligencia, razonamiento, voluntad, creatividad, virtudes propias de la especia humana que nos diferencia de los demás seres vivos y que por estos dotes nos da mayor responsabilidad de todo lo que nos rodea, nuestro hábitat, preservación y desarrollo depende de nuestras decisiones.
La Dignidad de la persona no está determinada por sus condiciones o características de vida, son inherentes a su naturaleza, por el solo hecho de nacer en la raza humana tiene un valor único que le hace acreedor de derechos y al vivir dentro de un estado le asigna también deberes.
Desechemos las frases de “a mi no me importa la política”, “en política no me meto” y una de las peores “la política es sucia”. En abril del 2024 la encuesta de Iudop mostraba que el 72.2% de los salvadoreños les importa poco o nada la política.
¿Existen los gobernantes perfectos? ¿Existen los estados perfectos? ¿Existen las leyes perfectas? Norberto Bobbio, politólogo italiano, se pregunta ¿El gobierno de los hombres o el gobierno de las leyes? Definitivamente la perfección no existe, pero eso no significa que se debe aceptar la imperfección y ya. ¿Qué es mas peligroso un gobernante imperfecto o una ley imperfecta o la combinación de ambos supuestos?
El ser humano perfecto no existe por lo que la probabilidad de que algunas de sus decisiones y de sus producciones sean imperfectas es real, pero hay que hacer la diferencia cuando esa imperfección es voluntaria o involuntaria.
En un estado de derecho con un buen diseño, las imperfecciones con la voluntad de hacer daño o de aprovechamiento de los que gobiernan se ven disminuidas y tienen consecuencias serias, por lo que las leyes deben ser racionales, consensuadas, sin ambigüedades de manera que su incumplimiento sea sancionado, un estado que fabrica leyes sin análisis ni discusión y peor aún ambiguas y sin obligar a la transparencia en su aplicación es nefasto para una sociedad.
En una república el poder está distribuido por varias razones una de ellas es que se reconoce de manera implícita por experiencia, por historia, que el ser humano tiende a encantarse del poder, aprovechándose del mismo abusa injustamente de sus conciudadanos, hace a un lado la recta misión de gobernar, por eso se diseñó una solución donde no es una persona la que gobierna sino muchas personas con funciones específicas y un poder li-mi-ta-do, supervisado y sancionado si lo hace mal.
Dejar que a la función publica lleguen los peores, aquellos sin preparación ni principios que solo buscan su propio beneficio es permitir un gobierno lleno de vicios, lo que grita a todo buen ciudadano que se involucre, repiense la política como la manera de generar una convivencia sana que se encamina al desarrollo de todos sin excepción, repensar la política para ejercerla con justicia es necesario, nadie esta fuera de la política aunque no le guste, piénselo bien y hágase cargo de devolverle a la política dignidad.