Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*
El futuro es una construcción social, de ordinario asociado a nuestros propósitos en la vida, nuestras metes y objetivos.
De regular suponemos que de cumplir tales aspiraciones ése futuro será próspero y feliz, empero no pocas veces sucede que llegados a tal futuro y volviendo la vista a nuestro pasado, admitimos no sin algún pesar, que esos días felices quedaron realmente con él.
En sociedad sucede algo muy parecido, pues el futuro es la suma de las acciones que ahora implicamos para su construcción, y que presupone por ejemplo invertir en la formación académica de la población para que por ejemplo pueda realizar tareas técnicas que garanticen tal futuro, trazando planes relativos al crecimiento de la infraestructura en el territorio, implicando variables tales como la sustentabilidad, para que sea armoniosa que el entorno y por tanto sostenible.
Es posible que además impliquemos el volver a nuestro país uno que sea soberano alimentariamente, lo que implica que habremos de invertir en un sistema que suponga la creación de un parque agrícola pensado considerando la curva de crecimiento poblacional, a lo que sumaremos el factor hídrico, asegurando mediante una política de exprofeso para ello, que sea tanto de calidad como de calidad apropiadas para el consumo humano como agrícola.
Mejor aún, podemos mirar los ejemplos de naciones que con condiciones similares a la nuestra asumieron el reto de volverse prosperas aceptando el desafío de desarrollar su industria, y hacer de esta una que rivalice con los referentes actuales.
Tal sueño si es posible, pues otros lo han concretado [los Tigres Asiáticos].
Estos y cualesquiera otros propósitos pasan por supuesto por el desarrollo de un modelo educativo orientado a tales metas, lo que implica que debe superarse el actual, envejecido e ineficiente. Implica además superar los desafíos que como sociedad ahora enfrentamos: la inseguridad social, la ineficacia administrativa, el nepotismo, la corrupción, etcétera, todos derivados del modelo político que ahora constituye el lastre que solo asegura privilegios y riquezas a las elites, mientras el resto de la población continúa ante la disyuntiva de abandonar el país y a los suyos como única vía al desarrollo, pues acá, “…los ricos ya nacieron…”, lo que es una suerte de condena, una sentencia fatalista para nuestra gente según la cual no importan los esfuerzos realizados, están supuestos a la pobreza y la injusticia.
Debemos sumar a ello el que el modelo político que referimos está evolucionando, pues desde las últimas elecciones recupera entre sus particularidades algunos elementos ya superados: el populismo, el mesianismo, el fascismo, y por supuesto, el neo caudillismo militante que la política redescubre, pareciera la fórmula ganadora para los eventos electorales venideros, y sin importar las consecuencias que de ello deriven para nuestro país, o que ninguno de tales atributos es de ningún modo útil salvo para el engaño y la manipulación.
En resumen, la construcción del futuro pasa por su meditada planeación, por la consideración de su viabilidad y sostenibilidad, de calcular sus posibilidades, de otro modo solo será seguir haciendo nada.
*Educador salvadoreño