Lo peor no es el coronavirus

Hace unos diez días que Irán hizo pública la muerte de los primeros casos confirmados de coronavirus

Por: Tania Causse

a sido una semana larga. Parece mucho más, pero realmente hace unos diez días que Irán hizo pública la muerte de los dos primeros casos confirmados de coronavirus. Todo se ha trastocado, y aunque eso es lo «normal» o «esperado» en una situación como esta, lo cierto es que a los persas pocas cosas, muy pocas cosas los hacen cambiar el ritmo y cadencia de su andar cotidiano, su rutina, su legendaria paciencia. Esto, sin embargo, lo ha logrado.

Si algo se respira en estos días es un pánico extendido que algunos disimulan y otros exageran… En casi tres años hemos asistido a terremotos, inundaciones, peligros de guerra, desestabilización interna (inducida), y nunca los había visto arrugar el ceño, posponer afectos o acaparar comida.

Usar máscaras no les es ajeno ni novedoso, las llevan con frecuencia por los tremendos niveles de contaminación que acechan principalmente a Teherán, pero bueno, todos sabemos que no es lo mismo que en ello te vaya un catarro o la vida.

Por lógica precaución, las escuelas están cerradas y se valora que no reabran hasta abril. Las familias tienen un horario y una realidad totalmente diferente.

Coinciden estos días con el arribo próximo del fin de año persa o Nowruz, fechas en las que tradicionalmente los iraníes viajan dentro y fuera del país. Este año eso cambiará drásticamente: siete fronteras se han ido cerrando parcial o totalmente a los persas, hay aerolíneas que han detenido sus operaciones. Son muchas las acciones desmedidas o pobremente justificadas que parecieran tener otro matiz o rasero a la hora de aplicarse, en dependencia del país en cuestión.

Horas después del anuncio, muchas farmacias cercanas colgaban el cartel de «No tenemos máscaras, ni gel antibacterial, ni guantes», y eso, créanme, es un hecho nuevo.
No, lo peor no es el coronavirus. En eso también son potencia regional.

Entonces, ¿qué pasa?, ¿qué ha cambiado?, ¿qué realidad los marca?

Bueno, pues pasa lo que nos pasa a nosotros hace 60 años, y en el último «con esa fuerza más»: un sistema de sanciones y máxima presión desde el imperialismo yanqui que aún sigue a pie juntillas el memorando de Lester Mallory : «provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria».

Ni siquiera en las condiciones actuales ha sido levantada una sola sanción contra la compra de medicamentos e insumos a Irán. Nadie se sorprenda. El compromiso de los organismos internacionales involucrados en el combate a la epidemia no es tan claro ni tan firme a la hora de exigir, como se debe, que esta forma de guerra pare de una vez y por todas.
Hay mucha ciencia y talento puestos en función de detener el nocivo virus. Hay mucho altruismo y entrega. No tengo dudas de que será contenido. Pero, ¿y contra aquellos que nos agreden a cada segundo, que nos privan de acceder no solo a los últimos adelantos, sino incluso a los medicamentos básicos, que limitan nuestra capacidad de defendernos y proteger a nuestra población?, ¿cuándo se actuará en marcha unida y determinante contra esas acciones? No, lo peor no es el coronavirus.

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