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El Salvador. Los espíritus y el legado de José María Tojeira.

Walter Raudales. *

Chema Tojeira nació con un ángel -el espíritu de la alegría- y en los distintos caminos de su vida otro buen espíritu lo atrapó: el de la verdad y la justicia. Vivir con semejantes energías cósmicas le llevó a buscar y hacer el bien.

El amanecer del 16 de noviembre de 1989, en El Salvador, Centro América, ocurrió la masacre de sacerdotes jesuitas y sus colaboradoras dentro del campus de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA.  En medio de la conmoción, cuando todavía teníamos el grito en la garganta, en el patio chispeado de sangre, irrumpe el entonces provincial de la Compañía de Jesús para la región, el Padre José María Tojeira, y enfrenta el monstruo de la mentira, la impunidad y la muerte.

La imagen de Chema -como le decía toda la gente- de pie junto a los mártires tendidos boca abajo y el balazo de gracia en la nuca, quedó grabada como tinta indeleble en nuestra memoria colectiva. A esa imagen del jesuita cubriendo con sábanas blancas los cuerpos masacrados de sus hermanos se sumó después, poco a poco, su voz de denuncia.

Cuando tuvo la certeza que miembros del Ejército y las Fuerzas Armadas de El Salvador habían cometido semejante crueldad no paró exigiendo la verdad y denunciando tanta impunidad. El espíritu de verdad y justicia, anidado ya en su corazón, le hizo sobreponerse a las debilidades y miserias humanas. Parecía no tener miedo, pero contaba que sí lo sentía, cuando acusaba a los militares asesinos y desafiaba, con voz firme y diáfana, a los políticos y la élite económica cómplice.

A veces, en la profundidad de la noche, le asaltaban pesadillas en donde los militares, que asesinaron sin decoro a sus compañeros, lo descuartizaban y se rifaban sus músculos y órganos para hacer puntería. Pero al despertar, el nuevo espíritu que ya vivía en él, lo impulsaba con furia sagrada a la lucha por la verdad y la justicia.

Convirtió la defensa de los derechos humanos, la búsqueda de la verdad y la lucha por la justicia en su propósito. Se volvieron su bandera en todos los caminos que le vinieron. Tojeira después fue rector de la UCA, director del Instituto de Derechos Humanos, párroco, catedrático, director espiritual de muchos y un sin fin de misiones pastorales que le llevaron a ser querido y amado en cada lugar por donde pasó.

A inicios de septiembre de 2025 fuimos sorprendidos con la repentina noticia de su muerte en Guatemala, “un infarto masivo” dijo el médico. Hasta allá había viajado para brindar conferencias en la otra universidad de la Compañía de Jesús, la Rafael Landívar.

Las honras fúnebres iniciaron en el país vecino y continuaron en El Salvador, en la parroquia El Carmen que él regentaba en la ciudad de Santa Tecla. Las comunidades y amistades le acompañaron durante varios días y ahora descansa en el mismo lugar en donde reposan los mártires jesuitas.

Chema Tojeira no fue un hombre perfecto, fue humano. Le conocí desde cuando él, muy joven, dirigía la Radio Progreso, de los Jesuitas, en la costa norte de Honduras, ahí transmitía un programa radial simpático y ameno. Luego fue mi mentor para ingresar a la orden religiosa, apareció con otro cura (Santi Nájera), un miércoles de sol intenso, en casa de mis padres, invitándome a participar en un retiro para validar mi vocación.

La pesca vocacional fue efectiva, después fue mi superior durante la formación, conocí sus venturas y desaciertos. También él recibió mis dimisorias cuando decidí largarme de la orden. En su caminar puedo decir que entre las serpentinas vicisitudes de la inevitable cotidianidad, Tojeira fue trascendiendo y trascendiéndose a sí mismo. Cuando le tocó enfrentó con valentía al régimen de muerte. Eso fue admirable. Cuando todos huían él enfrentaba, cuando todos callaban él alzaba la voz, cuando el resto entristecía él y su risa espontánea y nerviosa salvaba cualquier situación.

Estos días de la velación con su cuerpo presente, asistí el mayor tiempo que pude y me dediqué a escuchar los comentarios de la gente, que en resumen son como una especie de su legado. Resaltaban su alegría y bromas, en primer lugar, luego su lucha por la verdad y la justicia sobre todo en el caso de los mártires jesuitas y en tercero, todo el bien que hizo sin importar a quien.

De las redes rescato al azar las siguientes opiniones sobre Chema Tojeira:

“Hombre de la beca de los Mártires, cuántos profesionales de los cantones se formaron en la UCA gracias a esa visión del Padre Chema. Sigamos su ejemplo. Descanse en la paz del Señor”. (Mauricio Serafín).

“El hombre que escogió Dios, para que como sacerdote anunciara el Evangelio de Cristo Nuestro Señor y denunciara las injusticas en nuestro país a la luz de palabra de Dios. Hombre humilde, alegre, habló con la verdad y vivió en El Salvador haciendo el bien”. (Ricardo Inestroza).

“Hasta pronto Padre Chema, un filósofo de primera, no le tuvo miedo al sistema actual”. (Santiago Morales).

“Hombre que amó tanto El Salvador hasta ofrecer su vida que en paz descanse hasta pronto”. (José Ayala).

“El Padre Tojeira no se dejó atrapar por la dictadura de Bukele”. (Eneida Ramos).

Los espíritus que vivieron en Chema son innegables, lo mismo que su legado. Supo cumplir la recomendación del mártir y rector Ignacio Ellacuría en su propuesta filosófica Filosofía de la realidad histórica: “Hacerse cargo de la realidad”. Chema Tojeira se hizo cargo de su realidad y de la de otros muchos. Esa misma realidad que nos pide que le recordemos, luego de su muerte, no como paladín de la justicia, o héroe de la virtud y devoción, pues fue como nosotros, vivió entre bendiciones y tentaciones. Su valía está en que supo sobreponerse a las contradicciones humanas y sociales, y supo cumplir “su propósito pastoral” inclinándose siempre por los más pobres. Esos desamparados que hoy le lloran, porque en su momento, cuando le tocó, fue voz de los sin voz.

* Presidente del Comité Permanente del Congreso Internacional de Americanistas (CP-ICA). Director del periódico multimedia El Independiente SV y Coordinador del Movimiento de Izquierda Salvadoreña (MIS). 

 

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