Pepe Mujica y Jorge Bergoglio, se fueron “de una edad” antes de sus 90.
Por: Víctor Manuel Valle Monterrosa.
Abril y mayo, dos meses de remembranzas de luchas y esperanzas en El Salvador, nos trajeron la noticia de la muerte de dos personalidades contemporáneas, el Papa Francisco y el gran luchador social Pepe Mujica. Aunque inevitable y parte de la vida, la muerte de seres admirados impacta y a muchos entristece.
Los dos nacieron en el Cono Sur de Nuestra América y murieron, aunque cerca, antes de cumplir 90 años. En la expresión muy salvadoreña cuando se habla de dos coetáneos “eran de una edad”.
Pero más allá de esos datos vitales de su tiempo y de sus cunas ambos se mostraron ante el mundo y desde sus altos cargos, en su ejemplar sencillez y humildad para vivir.
Desde que Francisco tomó el liderazgo de la milenaria Iglesia católica dio muestras de alejarse de las pompas, vanidades y lujos inherentes a esos deleites de la llamada jerarquía máxima de la iglesia. A lo mejor, sin ser salvadoreño podía decir en cuanto a las comodidades que le ofrecían, “me dan las del gasto” y su atuendo y sus zapatos, sencillos y sin oropeles, así lo mostraban.
Mujica se hizo famoso durante y después de su presidencia en Uruguay por su austeridad y sencillez para vivir en su “chacra”, manejando su “escarabajo” y sus tractores de labores agrícolas y dar declaraciones de profundas reflexiones sobre el destino de la vida y la conducta moral coherente entre lo que se dice y se hace.
Mucho se ha dicho y dirá de las vidas, pasiones y muertes de estas dos grandes personalidades de Nuestra América y su proyección en el primer cuarto del Siglo XXI. Sea este un homenaje a su sencillez, su humildad y sus pensamientos profundos para hacer de sus vidas un mensaje de liberación de miserias humanas.
Qué bueno sería que una universidad o un consorcio de ellas creara una Cátedra para analizar comparadamente el pensamiento vivo de Jorge Bergoglio y José Mujica para la necesaria transformación de las sociedades contemporáneos y ver cómo se “ralentiza” la carrera a su extinción.