CAMBIO EN EL MARKETING OFICIALISTA.
Por: Fernán Camilo Álvarez Consuegra.
La iniciativa en el marketing político salvadoreño ha sido mantenida por el bukelismo desde el 2018 hasta el presente, cuando es forzado a cambiar su orientación: el marketing ha girado en torno a la seguridad y la anticorrupción, responsabilizando a la oposición de su existencia. Ahora, por la presión internacional y la denuncia desde el exterior, ha dado un giro, aceptando la negociación con las pandillas y justificándola por el bien nacional. El cambio en el marketing oficialista debe de ser analizado.
El oficialismo ha sostenido que auge de las pandillas es resultado de las políticas de ARENA y el FMLN. Las denuncias del periódico digital El Faro (desde su exilio en Costa Rica) ha cambiado la opinión pública, hasta el grado de tener que reconocer el Gobierno, que pacto con las pandillas. Las denuncias de organizaciones de Derechos Humanos en el extranjero han obligado a aceptar que el régimen laboral penitenciario existe, y que el CECOT (Centro de confinamiento del terrorismo) ya no se publicite como el lugar para “el turismo penitenciario, que dará ingresos al Gobierno salvadoreño”.
Otro cambio en el marketing político oficialista es sobre el Régimen de Excepción, que no se publicita ya como centro de la política de Estado. Este cambio ha sido por la misma propaganda oficialista, que realiza la apología de acciones que son consideradas como crímenes de lesa humanidad, según el Estatuto de Roma (depositado por El Salvador el 3-3-2016) y el Protocolo de Estambul (documento de la ONU). Inicialmente fue aceptado el Régimen de Excepción, porque hubo una disminución aparente de las pandillas, pero al encarcelar a 60,000 personas sin conexión con el crimen organizado y en violación a sus garantías procesales; la opinión pública ha cambiado.
La amenaza de aplicación del “régimen” para hacer efectiva cualquier política pública, ha llevado al rechazo del sistema de “coacción” como medio de gobernabilidad. La denuncia pública ha sido en el extranjero ante la falta de libertad de expresión interna, y ha hecho cambiar la percepción de sobre un régimen electo, por uno que carece de legitimidad, calificándolo como “dictadura” y el país, sea clasificado en descenso o pérdida de la democracia.
El cambio en la opinión pública internacional fue irreversible cuando ofreció el CECOT como alternativa extraterritorial al confinamiento de inmigrantes de Estados Unidos. La aparente alianza entre Trump y Bukele, para el encierro de inmigrantes, hizo examinar con detenimiento las violaciones de Derechos Humanos en El Salvador, dirigiéndose la propaganda anti-Trump, también contra Bukele, deteriorando su imagen.
El deterioro de la imagen de Bukele en el extranjero es notorio, pero lo importante es el cambio que está operándose en El Salvador, pues ya no se le considera “el salvador”, sino “el opresor”. El mayor problema de Bukele es que es el centro político de su partido y sus diferentes acciones le han restado apoyo popular y los que le sostienen dependen de la corrupción y el fanatismo.
Los errores de su Gobierno no pueden ser corregidos, aunque se sabe que están mal, pues la corrupción y el fanatismo crean “un sesgo” que no les permite cambiar de políticas y lo que se hace es repetir el error, el que va en detrimento del mismo Gobierno.
Algunos ejemplos: pactaron con las pandillas y al romperse el pacto, volvieron a pactar con otros pandilleros que no se habían beneficiado de los acuerdos. Ofrecieron las cárceles en “alquiler”, sin considerar los ordenamientos jurídicos y al ser rechazado, insistir en lo mismo. Los Chorros, son otro ejemplo, una mala planeación les obliga a insistir en mantener el mismo discurso.
Todos los errores políticos de este Gobierno socavan el sistema democrático e impiden el desarrollo nacional. Es más fácil retornar al cumplimiento de la Constitución y el Estado de Derecho para que la libertad, la “prudencia política” y el natural entendimiento social, permitan solucionar los graves problemas sociales que ha creado el autoritarismo actual.