POR: JOSÉ GUILLERMO MÁRTIR HIDALGO.
El escritor político y locutor de radio estadounidense, Michael Collins Piper, publica “Sentencia final: el eslabón faltante en la conspiración del asesinato de John F. Kennedy” en mil novecientos noventa y cinco.
La teoría que plantea Piper en su libro es que, los servicios de inteligencia de Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Francia, el servicio de documentación exterior y contra espionaje (SDECE) y de Israel, la Agencia de Inteligencia Exterior de Israel (MOSSAD), han utilizado los servicios de elementos del mundo del delito para conseguir sus objetivos.
Piper analiza el vínculo de la CIA y el SDECE, en la pelea de Charles de Gaulle y la Organización Secreta del Ejército Francés (OAS) sobre el tema argelino. El cual creó una división dentro del Estado Francés, entre políticos y burócratas. James J. Angleton, jefe de la CIA bajo la jefatura de Allen Dulles y Richard Helms, fue el enlace norteamericano con el SDECE. Esta agencia de inteligencia intentó derrocar a de Gaulle prestando ayuda a la OAS, que luchaba en contra de la decisión de de Gaulle de otorgar la independencia de Argelia.
Piper sostiene que en un documento de la CIA que sale a luz en mil novecientos setenta y siete, cuatro meses después del asesinato de Kennedy, el ex miembro de la CIA, Robert Morrow, identifico a Michel Mertz como uno de los que mataron al presidente Kennedy. Mertz era uno de los mercenarios extranjeros de la CIA. Perteneció al equipo AR/Rifle, supervisado por Angleton, su nombre codificado era QJ/WIN. El equipo de asesinos fue contratado a través del coronel George Lannurien.
Piper insiste en el vínculo entre la SDECE/OAS, la CIA y el servicio de inteligencia israelí MOSSAD. Los israelíes tenían antipatía por de Gaulle por haber otorgado la independencia a Argelia. A instancias de Lannurien, se planifico la ejecución de John F. Kennedy. El jefe de asesinatos del MOSSAD, Yitzhak Shamir, organizó el contrato del equipo de homicidas a través del jefe delegado del SDECE, George Lannurien. Después del asesinato de Kennedy, de Gaulle siguió teniendo problemas con el MOSSAD y otras entidades de apoyo a Israel en Estados Unidos.
Piper señala como emprendimientos de Angleton y el MOSSAD el complot para matar al presidente Nasser de Egipto, el complot contra enemigos de Israel en Siria y el intento de ayudar a Israel al desarrollo de armas nucleares. Esto último, provoco un desacuerdo entre John F. Kennedy y el primer ministro israelí David Ben Gurión y entre Kennedy y la CIA.
Piper señala los vínculos que mantenían estos organismos con el crimen organizado. Señala los lazos de Clay Shaw, Guy Banister y David Ferrie con Lee Harvey Oswald antes del asesinato. En mil novecientos sesenta y dos, la organización de fachada de la CIA, Permindex, participo en el complot para asesinar al presidente de Gaulle con la participación del banco israelí Hapoalin.
También, cita el vínculo de la CIA y el MOSSAD con Mansur Rafizadeh, jefe de la policía secreta del Sha de Irán, SAVAK, que tuvo que ver con el asesinato de Robert Kennedy. SAVAK fue una agencia de inteligencia creada por el MOSSAD.
El vínculo de la CIA con la “mafia siciliana” era con Lucky Luciano, Frank Costello, Joe Adonis y Sam Gaincana y con la “mafia judía” con Meyer Lansky, Micky Cohen y Bugsy Siegel. El autor cita que Lansky chantajeaba a John Edgar Hoover, de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), con sus fotos en actos homosexuales. Afirma el autor, que Meyer Lansky representó un papel esencial en la fundación del Estado de Israel. Angleton, estaba en contacto con el submundo relacionado con Lansky.
La CIA tenía lazos con Carlos Marcello, figura de la mafia en Nueva Orleans, por la venta de armas y ser defensor de anticastristas. La CIA trabajaba con ellos por una meta común, eliminar al dictador cubano Fidel Castro. Piper señala que el heredero escogido por Meyer Lansky, Santo Trafficante, pudo haber contribuido en el asesinato de Kennedy. El último vínculo entre la CIA y el crimen organizado fue Jack Ruby, quien figuraba en la venta de armas bajo supervisión de la CIA, primero a Castro, luego, a los opositores de Castro.
El vínculo entre Lansky e Israel fue porque este necesitaba una red para lavar sus ganancias criminales e Israel necesitaba el dinero para sobrevivir. Rosenbaun (Jack Ruby), fue un héroe de la resistencia en la Segunda Guerra Mundial y delegado al Congreso Mundial Sionista en Basilea, Suiza, donde se planeó la creación de Israel.
Piper examina las motivaciones de los servicios secretos. John F. Kennedy, apoyó la política de de Gaulle de otorgar la independencia a Argelia. Con esto se granjeó la enemistad de la OAS y de elementos en la SDECE. Por otro lado, Kennedy y la CIA se acusaban mutuamente por el fracaso en Bahía Cochinos, Cuba. Kennedy quería hacer añicos a la CIA. Por tanto, Piper considera que la CIA había cumplido un papel parcial en el asesinato de Kennedy. La discrepancia de Kennedy con Israel y el MOSSAD era por el asunto de Argelia, por el desarrollo de armas nucleares y el reasentamiento de los palestinos. John F. Kennedy, no quiso dar su aprobación a Israel para que tuviera poder nuclear. Las políticas de Kennedy respecto a la solución palestina y la no proliferación nuclear, eran amenazas a la propia existencia de Israel.
En mil novecientos sesenta y cuatro, después del asesinato de Kennedy, el reactor nuclear de Dimona, se convirtió en una necesidad perentoria. En mil novecientos sesenta y cinco, Lyndon B. Johnson, empezó a dar importancia a la ayuda militar a Israel y el plan de Kennedy de retirarse de Vietnam fue revertido. Y la guerra de Kennedy contra el crimen organizado ceso de golpe, protegiendo el imperio del FBI de Hoover.
La tesis de Piper es que los servicios de inteligencia internacionales, actuando concretamente con el crimen organizado, desplegaron el asesinato de Kennedy. Con ello demostraron, su capacidad de controlar el curso de la historia.