Atlacátl: El héroe que quizás nunca existió.

Por: Diego Fernando González Argumedo. *

El Salvador, como muchas naciones, tiene un rico conjunto de símbolos e historias que forman su identidad. Entre estos, destacan personajes que supuestamente dejaron una huella imborrable en la historia, transformando el curso de los eventos. Estos héroes han sido celebrados en poemas, libros de historia, y hasta en estatuas y pinturas, presentándolos como los fundadores de nuestra sociedad actual.

Pero ¿qué pasaría si estos personajes no fueran realmente como nos los han contado? ¿Y si sus historias se basaran en errores históricos, medias verdades o interpretaciones equivocadas?

La Necesidad de Héroes

A lo largo de la historia, los pueblos han buscado héroes que representen valores como la valentía, el coraje y la nobleza. Estos héroes, reales o no, sirven para fortalecer el espíritu nacional, especialmente en tiempos difíciles. Un ejemplo de esto es Vasily Grigoryevich Zaytsev, un francotirador soviético de la Segunda Guerra Mundial, cuya figura heroica se utilizó para inspirar a las tropas.

El antropólogo Joseph Campbell (1972) describió el viaje del héroe como un “monomito”, que sigue un patrón de separación, iniciación y retorno. El héroe comienza en un mundo común, enfrenta desafíos extraordinarios, triunfa y regresa transformado, siendo recordado por generaciones.

El Héroe Salvadoreño: Atlacátl

En El Salvador, ese héroe es Atlacátl, conocido por enfrentarse a la invasión de Pedro de Alvarado y sus fuerzas, dificultando la conquista del antiguo territorio de Kuskatan [1]. Su nombre se encuentra en monumentos, como la estatua de Valentín Estrada en Antiguo Cuscatlán o lugares como la colonia ubicada en el gran San Salvador, así como también en una entidad castrense.

Sin embargo, para entender quién fue realmente Atlacátl, es necesario separar la leyenda del personaje histórico y analizar la evidencia disponible. Al hacerlo, encontramos inconsistencias que los historiadores no pueden ignorar.

La Dudosa Existencia de Atlacátl

En las cartas que Pedro de Alvarado envió a Hernán Cortés en 1524, no se menciona a ningún Atlacátl. Incluso los líderes conquistadores solían dejar registro de sus oponentes, como Julio César hizo con los galos. Entonces, ¿de dónde proviene este héroe defensor de Kuskatan?

El arqueólogo William Fowler (1989) sugiere que Atlacátl surgió de un error del abate Charles Etienne Brasseur de Bourbourg al traducir un fragmento de los “Anales de los Cakchiqueles” en 1856. Bourbourg fue, aparte de sacerdote católico, arqueólogo, historiador, etnógrafo y escritor con mucho interés en las culturas mesoamericanas. Bourbourg interpretó erróneamente la referencia a un poblado Pipil llamado Atacat como si fuera una persona.

Brasseur de Bourbourg no solo cometió un error de traducción, sino que también construyó una narrativa mezclando la conquista de Tenochtitlan, las cartas de Alvarado enviadas a Cortés y este personaje inventado. En su obra de 1859 [2], describió a Atlacátl como un rey que recibió amablemente a Alvarado en “Atecuan” (probablemente Ateos).

Según Bourbourg, Atlacátl ordenó que los españoles fueran bien atendidos, y se les brindó una gran hospitalidad. La segunda carta de Alvarado a Cortés confirma el recibimiento, pero no menciona a ningún líder llamado Atlacátl, sino a “los señores de Cuxcatlán” (sic). En esa carta, Alvarado relata que los habitantes de Cuxcatlán huyeron a las montañas, y él los enfrentó militarmente.

Esta narración tiene similitudes con la historia de Hernán Cortés y Moctezuma. Bourbourg también influyó en el nombre, cambiando «Atacat» a «Atlacátl» usando el dígrafo [tl] del náhuatl, la lengua emparentada con el náhuat de Kuskatan. Esto se debe a que había un conocimiento limitado sobre las diferentes civilizaciones y no era raro especular, a veces fantasiosamente, y suponer muchos paralelismos y similitudes entre una y otra.

El historiador y traductor guatemalteco Adrián Recinos (1980), en su traducción de los “Anales”, señala que Bourbourg tradujo incorrectamente un párrafo, confundiendo el nombre del pueblo de Atacat [3] en Escuintla con un cacique de Cuzcatlán al que llamó Atlacatl.

En resumen, según esta fuente, Atlacátl no fue un guerrero, sino un gobernante que recibió pacíficamente a Alvarado y luego fue traicionado. Atacat era en realidad un asentamiento Pipil en el actual departamento de Escuintla, Guatemala, confirmado en el “Título de Alotenango”, un documento del siglo XVI sobre reclamaciones territoriales entre los cakchiqueles de Alotenango y los pipiles de Escuintla.

Al revisar los documentos y la ruta de Alvarado, se observa que Atacat estaba en el camino entre Iximché y Kuskatan, lo cual tiene sentido geográficamente. Alvarado pasó por el río Paxaco (hoy río Paz), luego a las poblaciones de Mopicalco, Acatepeque, Acaxual (hoy Acajutla), Tacuzcalco, Miahuatlán, Atehuan (hoy Ateos) hasta llegar a la capital del Señorío de Cuzcatlán (hoy Antiguo Cuscatlán) lo que indica que bordeó la costa del Pacífico desde Escuintla.

Conclusión

La evidencia histórica sugiere que Atlacátl no fue un personaje histórico real. Sin embargo, esto no significa que no existieran líderes indígenas que defendieron su territorio. La falta de registros escritos de los pipiles, cuya historia se transmitía oralmente, puede explicar por qué no conocemos los nombres de estos líderes.

Este artículo no busca desmerecer la historia de El Salvador ni sus mitos fundacionales. Más bien, invita a un estudio riguroso y a una comprensión crítica de los elementos que conforman nuestra identidad.

Notas:

[1] Se usará la ortografía del Náhuat moderno según IRIN (Iniciativa para la Recuperación del Idioma Náhuat) para designar al actual territorio salvadoreño.

[2]Histoire des nations civilisées du Mexique et de l’Amérique Centrale, durant les siècles antérieurs à Christophe Colomb”

[3] También llamado Ytzquintepec (sic) o Itzquintepeque por los Tlaxcaltecas que significa “cerro de (los) perros”.

Referencias

Campbell, J. (1972). El héroe de las mil caras: Psicoanálisis del mito. Fondo de Cultura Económica.

Fowler, W. R. (1989). The cultural evolution of ancient Nahua civilizations, the Pipil-Nicarao of Central America. University of Oklahoma Press, Norman, Publishing Division.

Recinos, A. (1980). Memorial de Sololá, Anales de los Cakchiqueles. Dirección General de Antropología e Historia y Editorial Piedra Santa.

*Datos de autor: Arqueólogo, docente e investigador independiente.

 

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