La Honradez

Francisco Parada Walsh


La semana pasada escribí sobre la pobreza, no puedo decir que la pobreza sea una virtud pero sí la honradez. En un mundo cada día más egocéntrico se vuelve difícil practicar la honradez, entregar al propietario lo que no nos pertenece; en mi caso personal lo trato de llevar a cabo porque no me gustaría que el karma ni el darma me agarren a patadas voladoras pero que ese episodio de honradez suceda en “Mi taller” es diferente, escribo “Mi taller” porque no es cualquier taller. Todo sucede el viernes seis de abril.

Serán dos actores que escenificarán la obra llamada “El taller de la honradez”, los protagonistas: “El Honrado” y “Yo”. “Yo”: Me preparo para ir a traer la nave del olvido, siempre, siempre el viaje de la montaña hacia la capital del pecado es un viaje pesado, surrealista, trato de ir a la sombra de una gran amiga, soy honesto, no sé ni a qué horas pasa el “Bus directo”, esperamos en la troncal del norte, el bus pasará a las siete y treinta de la mañana.

Llego a las 9:15 a.m. y me preparo para abordar un taxi que me lleve al banco de sangre. “El Honrado”: Llega a su lugar de trabajo, no sé la hora de entrada, empieza a ordenar el papelero del día que se avecina; se sirve un café negro con azúcar blanca en tazas verdes como la esperanza. “Yo”: Mientras espero que me lleguen a traer al banco recibo un mensaje que “La nave del olvido no ha partido” está lista; no es José José quien me escribe, es el dueño de “Mi taller”; mientras reviso la bitácora sobre qué haré y qué compraré de bastimento que no encuentro en la montaña siempre compro buenos mariscos que tan escasos son por mi montaña.

“El Honrado”: Empieza su día, no puedo detallar lo que es un día en la vida de “El Honrado”; entiendo que cada papel, cada factura, cotización en vez de tener el nombre del taller “SERVIREPUESTOS” tiene el nombre de taller “La Honradez”, creo que ni el propietario ni “El Honrado” se han percatado que al momento de mandar a elaborar las facturas hubo un divino error en el membrete a nombre de “Mi taller”. “Yo”: Llego a “Mi taller”, siempre me encanta conversar con el propietario, mi amigo David Reyes, en esos minutos tratamos de arreglar el mundo, quizá no lo logramos pero sí nos divertimos en el intento.

Llegó el momento de la verdad, entrego “X” cantidad de dinero, “El Honrado” me da el recibo de recibido por el recibidor y en lo que le empiezo a echarle carbón a la locomotora “El Honrado” aparece y me dice: “Me dio esto de más”, eran, son y serán cien dólares salvadoreños que en mucho hubiera cambiado la vida de cualquier ciudadano de Oniricolandia pero “El Honrado” es diferente, él es honrado y en “Mi taller se practican valores y se conjuga el verbo: “Yo honradez”, “Tú honradez”, “ÉL honradez”, “Ella honradez”, “Nosotros honradez”, “Vosotros honradez”, “Ellos honradez”.

“Yo”: Doy las gracias nuevamente al propietario y le comento sobre el detalle de su empleado que dice mucho de una empresa, me retiro con la nave del olvido y enfilo la proa hacia la venta de mariscos, mi trastocada mente no puede olvidar tan noble detalle, ese detalle me hace preguntar si hago lo mismo, si soy honrado o no; creo que por eso escogí a “Mi taller” como mi segunda casa porque en mi pobreza no puedo tomar lo que no me pertenece y eso hace que la vida me dé lo mejor y en abundancia: AMIGOS. “El Honrado”: Sigue su día, ese trabajo que no cesa, decido darle las gracias y hacerle hincapié en su maravilloso gesto. “Yo”: Recalo en mi pieza, destapo una botella de vino marca “Sarmiento”, le cambiaré el nombre a “Sar –no miento”, pongo a descongelar 1.12 libras de pescado dorado o mahi-mahi, apenas lo preparo con pimienta y una pizca de sal; unos cebollines frescos, tomates de la montaña, un chile verde casi rojo acompañan el manjar.

Sólo tengo una copa de vino y para no hacerme trampa divido la botella en tres tantos, el guiso está servido, pruebo esa exquisitez de mariscos y hay muchas explosiones de sabores en mi paladar, predomina el sabor de la honradez; el vino que en vano limpia mis venas de a poco se acaba, de fondo musical tengo algunos huéspedes que se quedaron a vivir en la montaña, en la habitación de al lado se hospeda U2, los Rolling Stones, una bella dama se hospeda en la suite, es Arielle Dombasle y un poco más lejos rugen Los Tigres del Norte; mientras el omega 3 hace su efecto el vino gana la batalla y ya sus efluvios divinos me aguadan el alma, me alegran el espíritu pero más alegre fue vivir un acto tan puro y tan inhumano como es “LA HONRADEZ”. Escribo INHUMANO porque “El Honrado” es de otro planeta. Mis agradecimientos a su propietario Sr. David Reyes, a José Hernández “EL HONRADO”, a cada empleado que labora en “Mi taller”: SERVIREPUESTOS porque son especies ya por extinguirse…

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