Mi amistad con la hija del “Che”


Francisco Parada Walsh


Es eterna, es infinita; es pública, es secreta; es sencilla, es complicada; es verdadera, es inventada; me remonto a mi niñez, fue en esa época que conocí a Aleida Guevara, ella vivía en Cuba y yo en Berlín, todo fue tan circunstancial, es el Malecón de La Habana donde la vi por primera vez, ella caminaba abrazada de la mano de su amoroso y elegante padre mientras yo la miraba cual muñeca en una vitrina, no podía dar crédito que tenía frente a mí a aquel famoso revolucionario y sobre todo a su hijita que no dejaba de ver mi cara de asombro, de desconcierto; los años pasaron, llegué a la adultez y como buen amante de la historia propia y extraña decidí ir al Centro Nacional de Personas Naturales y Artificiales de La Habana, busqué con profundo detenimiento los nombres de los hijos del Dr. Ernesto Guevara, fue así que averigüé que una de las hijas del legendario “Che” era aquella niña con quien cruzamos almas y miradas en el viejo Malecón y descubrí que su nombre completo es Aleida Caridad Solidaridad Hospitalidad Revolución Guevara; los años pasaron hasta que el martes 28 de noviembre vuelvo a estar frente a aquella niña disfrazada de mujer, aquella niña disfrazada de doctora, aquella niña disfrazada del más puro amor; en un par de horas de escuchar a esta sencilla y brillante mujer entiendo por qué su padre la bautizó con tantos nombres y con las aguas benditas del caribe; recuerdo vívidamente el bautismo de Aleida, la iglesia con su pileta fue sustituida por las aguas que bañan los pies libres del Malecón, no fue el arzobispo de La Habana que en su tiempo libre fuma un habano y más quien bautizó a Aleida, no, fue San Romero de América que mientras le decía: “TE LLAMARÁS ALEIDA” es el “Che” que cargaba primorosamente al nuevo ángel de dios quien interrumpe a San Romero y le dice: “También se llamará Caridad Solidaridad Hospitalidad Revolución Guevara”; el beato no se inmutó, el acto terminó y en una sencilla reunión tanto el “Che” Guevara como el beato Romero disfrutaron de unos mojitos salvadoreños y de un exquisito sopón de gallina cubana.

Pero ¿Por qué el “Che” llamó a su hija Aleida Caridad Guevara?: Sólo conociendo a esa dama que ante las preguntas de los presentes (Lic. Catalina de Merino y Víctor Pinaud) y algunos ausentes maravilló al auditorio con sus respuestas cargadas de la más profunda calidez humana, no, no era Aleida Guevara la que respondía, era Caridad Guevara que sin un atisbo de grandeza se volvió tan pequeña para que pudiéramos entender la grandeza del legado paterno porque como portadora de ese ADN revolucionario Aleida vive la Caridad, abre las puertas de su alma de par en par para que entremos, para que conozcamos que el legado de su padre palpita en cada paso que el corazón de Aleida Caridad da.

¿Por qué el “Che” llamó a su hija Aleida Caridad Solidaridad Guevara?: Es fácil entender que esa señora sentada frente a mí no visitó El Pinochini de América para llevarse un poco sino para dejarlo todo, dejó su calidad como ser humano, dejó su calor, dejó su verdad, dejó su historia, dejó su pasado, dejó su presente pero sobretodo marcó el futuro a seguir; pocas personas he conocido que lo que sale de su boca sea coherente con su pensar y con su actuar y eso se olfatea, se vive, se siente.

¿Será una mera casualidad que el hablar, el actuar y el pensar estén alineados como la Osa Mayor y sus ositos?: No, no es casualidad, Caridad Solidaridad Guevara no vive del pasado glorioso de su padre, no, sigue siendo más revolucionaria que el “Che”, sigue curando al enfermo, sigue amando al Planeta Tierra Roja y sigue iluminando con luz propia el camino de muchos.

¿Por qué el “Che” llamó a su hija Aleida Caridad Solidaridad Hospitalidad Guevara?: Porque aunque es ella la huésped su corazón nos recibe con la más cálida hospitalidad que hizo que me sintiera extranjero en mi tierra que ella como visitante.

¿Por qué el “Che” llamó a su hija Aleida Caridad Solidaridad Hospitalidad Revolución Guevara?: Porque la revolución de Aleida es una revolución de las neuronas, del pensar, de cuestionar lo que a simple vista parece normal; ella sin los cañones de Navarone revolucionó con cariño el pensar, el actuar de tantas personas que tuvimos el honor de conocerla.

¿Qué decir de aquellos revolucionarios indolentes que vistiendo camisetas estampadas con la figura del “Che” Guevara y usar su rostro como perfil de whatsupp y Facebook pero viven como ricos de dinero?: Así es el mundo, el mundo patas arriba y ahí es donde se falla, donde la brújula moral se enloquece y pierde su hechizo, donde ese revolucionario del siglo XXI tiene por cerebro un maní, mejor dicho, no existe un maní porque no hay cerebro porque si la misma Aleida Caridad Solidaridad Hospitalidad Revolución Guevara es consecuente con su vida y sus principios.

¿Cómo un puñado de mendrugos pseudo revolucionarios visten camisetas del “Che” en su pecho pero no en su mente y menos en su corazón?: Viven de la revolución pero no para la revolución del siglo XXI.

Pero ¿Cuál es la revolución del siglo XXI?: La misma del siglo I y la misma del siglo M, básicamente la resumo en “Pensar, de sentir y hacer un mundo mejor”. Conozco personas que nunca han vestido una camisa del “Che”, son profundamente capitalistas y su capital más grande es el amor al otro.

¿Cómo es posible un mundo mejor si los que se dicen adoradores del “Che” cuando reciben órdenes de cerrar calles salivan cual perros pero son incapaces de leer un libro, de conocer nuestra y otras historias?: ¡Vaya usted a saber!, imaginé que ese auditorio no cabría ni una aguja, no fue así, el mendrugo revolucionario no está para leer libros, sólo existe, sólo existe. Ahora si después de la magistral cátedra de Aleida Guevara me considero un revolucionario de pura cepa es un privilegio y honor ser considerado como tal, porque si dar trabajo a una familia es ser revolucionario lo soy, si regalar mi consulta y medicina es ser revolucionario lo soy, si referir pacientes donde colegas hermanos sin que gasten un cinco en su atención médica es ser revolucionario lo soy, si decirle a Javier Simán que Mi Gente tiene hambre es ser revolucionario lo soy. Recientemente recibí la grata visita de Alí Primera, después de contarme que sufrió un derrame cerebral visible en su hablar y en su caminar agarró una vieja guitarra y empezó a cantar: “Que alegre vive mi gente en las casas de hormigón”, inmediatamente le dije: Alí, por amor de dios, ¿Qué estás cantando? Y él me respondió: “Las casas del ricachón”………..Revés al mundo el.

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